Os dejo el caso de Coca, un pueblo segoviano cuya apuesta por la biomasa forestal ha supuesto pasar de un gasto de 66.000 euros en calefacción con gasóleo a 9.000 con pelets y astillas. De paso, ha conseguido reducir su deuda a la mitad.¿Y si un macroayuntamiento como el de Madrid hiciera lo mismo? Posiblemente conllevaría que su alcalde, Alberto Ruiz Gallardón, solucionaría parte de su galopante deuda a golpe de una energía limpia que crea riqueza, como la biomasa.
Juan Carlos Álvarez, el alcalde de Coca, lo explicaba de forma meridiana: “con la incorporación de la biomasa forestal a las calefacciones de varios edificios municipales hemos conseguido reducir la deuda que teníamos en 2006 de 400 euros por habitante a 198 euros en 2008”.
La sucesión de llanura castellana y cultivos cerealistas no hace presagiar que, casi de sopetón, se alcen cerca de 10.000 hectáreas de pinares. De ahí el nombre de la comarca en la que se asienta Coca, llamada Tierra de Pinares.
Los montes son comunales y del ayuntamiento, pero el procesamiento de la madera para destinarla a las calderas del pueblo lo hacen madereros privados. Algo que también cambiará, ya que desde el Ayuntamiento adelantan que con la futura compra de una maquina para hacer astillas se reducirá aún más la factura municipal.
La apuesta empezó en 2003, con la sustitución de la caldera de gasóleo en el Ayuntamiento. “Con la biomasa se ha incrementado en cinco veces el espacio calentado, ha aumentado el confort y sin embargo el consumo ha bajado”, resume el alcalde, que pone sobre la mesa la diferencia de gasto en este edificio: de 14.082 euros con gasóleo a 1.935 con pelets y astillas. Al Ayuntamiento le siguieron el colegio público comarcal, un centro de educación para adultos, otro de actividades acuáticas, el parque de bomberos, el instituto de bachillerato y el centro forestal El Sequero.
Solo entre los cuatro primeros edificios, incluido el del Consistorio, la factura ha pasado de 66.288 euros anuales a 9.110.
Tanto el Ente Regional de la Energía (Eren) como la Consejería de Medio Ambiente, ambos de Castilla y León, han tenido buena culpa de que el ahorro y la eficiencia energética reine en Coca gracias a la biomasa. Y nada como el centro forestal El Sequero para corroborarlo. Una caldera de 150 kW y ocho colectores solares térmicos dan servicio a cuatro viviendas, varias salas y una nave de maquinaria. La caldera cuenta además con un depósito de inercia, al objeto de acumular energía en forma de agua caliente hasta que sea necesaria para su consumo, otra forma de optimizar el rendimiento de la instalación y reducir el gasto energético y económico.
Con estos mimbres no resulta extraño que Juan Carlos Álvarez saque pecho y afirme que “además hemos reducido en un 28,83% las emisiones de CO2, un 8% más de lo que marca la Unión Europea para 2020”. El número de calderas en equipamientos municipales, más las instaladas en edificios privados y viviendas, le permite asegurar al máximo edil de Coca que “somos el municipio con el mayor número de calderas de biomasa per cápita de la región, y posiblemente de España”.
Esperemos que cunda el ejemplo en nuestra tierra, donde los restos de poda de la agricultura son aprovechados en un porcentaje más bajo de lo deseado. (solo hay que ver la cantidad de restos de poda del olivar que arden tras la campaña de recogida de la aceituna).
Generar nuevos empleos y sacar más valor añadido a nuestra agricultura (que no pasa por sus mejores momentos) son una manera de descentralizar la dependencia energética de las grandes centrales y de las grandes empresas energéticas.
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